Y pensé
mientras estaba allí herido esperando la muerte, que tal vez, fueron las aves las que inspiraron al hombre a mirar por vez primera el cielo. Mas no por el
ave, sí por el vuelo.
Qué metáforas
fantásticas ha inspirado el aire, en esa bastedad de azules que fluyen, que se
mueven a destiempo alejados del mundo, de la tierra y los pies. Del
estrepitoso sonar de los cañones, de esa bandera que ensangrentada ondea entre la humareda, que contrasta con esas damas blancas en la altura. Danzando se mueven
al paso de aquel que es libertad, de aquel que es caricia calma o abrupta…
Del viento…
Curiosa
existencia del elemento vital, cuyo soplo se adentra en las plumas. Sustancia
invisible, dios que arrebata los alientos llevando la voluntad de los deseos. Fuerza en movimiento, pensamiento del mundo, sinapsis de lenguas que vagan en
las memorias de Gaia.
Guíanos al
estado perfecto de las historias y a la existencia volátil y efímera, a la la
fuerza capaz de mover el orden de las cosas. Elemento voluble, somos tus hijos,
todos nosotros estamos hechos para seguirte y en tu búsqueda es que vamos. Me
uno a ti con el eco del último suspiro, que nace de las profundidades de mi ser y viaja en tu cuerpo, y se extingue…
A.I. Mendoza Seda
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